Desarrollo Académico Lingüístico
y Conductual Infantil
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El reprender a mi hijo ¿es un error?



o es un acierto?

Hay muchas situaciones en las cuales los padres siempre se sienten algo culpables hacia un hijo u otro. Cualquiera sea el motivo del sentimiento de culpa, tiende a conducir a un manejo flojo del hijo.

Los padres se inclinan a esperar demasiado poco del niño, demasiado de sí mismos. A menudo están intentando ser dulces y pacientes, cuando su exigida paciencia está, en realidad, exhausta y, de hecho, el niño se les está yendo de las manos y necesita una corrección decidida. O bien vacilan cuando el niño necesita firmeza.

Tal como un adulto la niña sabe cuando está pasándose de la raya, cuando es demasiado mala o grosera, aunque sus padres traten de cerrar los ojos frente a ello. Por dentro se siente culpable. Desearía que se la frenara. Pero si no se la corrige, estará predispuesta a comportarse cada vez peor. Es como si estuviera diciendo : "¿Cuán mal debo comportarme para que alguien me detenga?

En cierto momento, su conducta se vuelve tan provocativa, que la paciencia de los padres estalla. La regañan o la castigan. Se restablece la paz. Sin embargo, el problema con los padres que se sienten culpables,es que se averguenzan demasiado de perder el control. Entonces, en lugar de dejar las cosas como están, intentan volver atrás en el correctivo aplicado, y permiten que la niña los castigue, a su vez. Tal vez permitan que la niña sea grosera con ellos, precisamente en medio del castigo. O retiran la penitencia antes que haya sido cumplida a medias. O bien fingen no advertir que la niña comienza a portarse mal otra vez.

La mayoría de padres concienzudos permiten que sus hijos se salgan de los límites cuando, en ocasiones, sienten que han sido injustos o negligentes. Pero pronto recuperan el equilibrio. De todos modos cuando los padres dicen "Todo lo que hace este niño me irrita", es una señal evidente de que esos padres se sienten demasiados culpables, se conducen en forma permisiva y sumisa, de manera crónica, y que el niño reacciona a esto con una provocación constante. Ningún niño puede ser irritante en forma accidental. Si los padres pueden determinar en qué aspectos son demasiado permisivos y deben reafirmar la disciplina, y si están en el camino correcto, descubrirán alborozados que su hijo, no sólo comienza a comportarse mejor, sino que se muestra más feliz. Por lo tanto, podrán amar mejor a su hijo, y éste, a su vez, responder a ello.

SE PUEDE SER FIRME Y AMISTOSO AL MISMO TIEMPO

Una niña necesita sentir que su padre y su madre, aunque sean agradables, tienen sus propios derechos, saben cómo ser firmes, no le permitirán ser irrazonable o grosera. De este modo, ella se siente mejor. Esto la adiestra, desde el comienzo, para llevarse considerablemente bien con otras personas. Los niños malcriados no son criaturas felices, ni siquiera en sus propios hogares. Y cuando salen al mundo, aunque tengan 2, 4 ó 6 años, están condicionados para recibir un duro golpe. Descubren que nadie está dispuesto a reverenciarlos ; en rigor, desagradan a todos por su egoísmo. Deben pasar por la vida resultando impopulares, o bien, deben aprender a ser agradables, de la forma más difícil.

Los padres concienzudos, a menudo permiten que su hijo les saque ventaja durante un tiempo, hasta que su paciencia se agota, y luego se arrojan con enojo sobre el niño. Pero ninguna de estas situaciones es, en realidad, necesaria. Si los padres tienen saludable respeto por sí mismos, pueden mantenerse firmes mientras aún se sienten inclinados a ser amistosos.

Fuente:http://www.inteligencia-emocional.org/aplicaciones_practicas/sentimiento_de_culpa_y_disciplina.htm